Aunque muchos lo siguen negando, en Colombia gobiernan mafias de asesinos y corruptos, personas sin valores ni escrúpulos, para quienes la vida no tiene valor, aunque si precio, para quienes solo importa el poder, el tener y el placer...
Muchos confiamos en que las cosas cambien y mejoren, aunque sabemos que eso llevará mucho tiempo y requiere el concurso de todos juntos. Y en ese camino de cambio colaborativo y abierto, un gran instrumento de paz es la poesía y la cultura en general. Y un ejemplo es el libro Poesía Emboscada, en el que Saúl Gómez Mantilla, poeta de la región, compila poesías de 24 víctimas del conflicto, asesinados por alguna de las muchas fuerzas oscuras, actores armados legales e ilegales.
Es un gran libro, que causa escalofríos y llanto, porque resulta incomprensible y devastador tanto sufrimiento, tanto mal, tanta muerte, tanta saña. En contraste con el talento y la sensibilidad que reflejan los poemas compilados en el libro.
Como todos tenemos dentro un intento de poeta, escribí estas palabras, en honor a esos muertos y al poeta que hizo el gran trabajo de juntarlos y eternizarlos en este libro.
𝐍𝐨 𝐩𝐮𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐯𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫𝐥𝐨𝐬
Letra a letra hicieron palabras.
Palabra a palabra hicieron versos.
Verso a verso hicieron poemas.
Poema a poema hicieron páginas.
Página a página hicieron libros.
Libro a libro hicieron sus vidas.
Pero los poderosos
apagaron esas vidas,
porque eran vidas de verdad,
que pensaban, hablaban y escribían,
que cuestionaban y proponían,
que soñaban y hacían vida con su vida,
en lugar de la muerte eterna
de las inertes y asesinas
rocas del poder.
Pero no pudo la muerte vencerlos.
Recordando a Jorge Gaitán Durán
seguirán viviendo cada día en guerra,
como si fuera el último,
haciendo vida con sus palabras,
en la eternidad y sin riesgo de morir,
sin riesgo de ser asesinados de nuevo.